Imagen tomada del sitio Places On line.
Con algunos elementos de la investigación que Olivia Velázquez Torres presentó
sobre el amor romántico, quisimos analizar de manera crítica, cómo es que esta
forma de relacionarnos está presente en nuestras vidas, de manera natural y
cotidiana. Con ese propósito tomamos la película “Moana:
Un mar de aventuras” que recientemente fue proyectada en las salas de
cine.
Se trata de una historia inspirada en leyendas y relatos de pueblos de Oceanía, que narra la vida de una princesa adolescente que zarpa al océano con la misión de salvar a su tribu. Durante el viaje salen a luz hazañas de sus antepasados que han estado ocultas detrás de mitos que ella deberá encarar; junto al héroe y semi-dios Maui tiene el reto de cruzar el viaje.
Se trata de una historia inspirada en leyendas y relatos de pueblos de Oceanía, que narra la vida de una princesa adolescente que zarpa al océano con la misión de salvar a su tribu. Durante el viaje salen a luz hazañas de sus antepasados que han estado ocultas detrás de mitos que ella deberá encarar; junto al héroe y semi-dios Maui tiene el reto de cruzar el viaje.
La única historia
Aunque persisten otros discursos
que dan continuidad a formas románticas de relacionarnos en la sociedad, la
productora presenta una trama que rompe con dos características: el interés romántico del
amor de pareja y el rol de la princesa.
Para empezar nos muestra la
mirada única que prevalece y está instalada en la forma en que se cuenta o
conoce la historia de un pueblo. En esta cinta, las leyendas que son contadas a
la niñez esconden el control que un grupo de líderes mantiene sobre la tribu, porque
a partir de la fantasía les recuerdan que los dioses, por su jerarquía, son los
únicos responsables y capaces de lidiar y solucionar los problemas de una
comunidad. Al mismo tiempo, interiorizan la idea de que existe una única historia
que se convierte en la buena y la normal.
La frase “No ir
más allá del arrecife para estar a salvo” pasa a ser la regla que mantiene bajo
control a la tribu, en un espacio que conocen y que no presenta mayores retos
que la búsqueda de comida en los alrededores, que pasa a escasear. Mantenerse
en un lugar seguro, proporcionado por el sedentarismo, presentado como perfecto
e ideal, se contrapone a su pasado trashumante lleno de peligros y aventuras
que prefieren mantener oculto. La difusión de leyendas con carácter de
veracidad, deja en manos de los dioses la tarea de salvar al mundo y le quita la
responsabilidad a los humanos, sea individual o colectivamente.
Roles al
descubierto
Nuestra mirada crítica también está puesta sobre los roles tradicionales que juegan mujeres
y hombres dentro de la historia, tal como sucede en la vida real. Moana es la hija del
líder de la tribu y está destinada a ser la siguiente ‘gran jefa’. El ser
princesa no la exonera de las responsabilidades de su linaje, pues se le exige
ser perfecta respetando lo impuesto por la tribu, sin dejar de estar presente su vulnerabilidad por ser mujer.
Pero Moana es inteligente y curiosa, lo que la impulsa a desarrollar
actividades que tiene prohibidas, como ser una navegante, tarea exclusiva de
los hombres. Ella es una joven
apasionada y soñadora que tiene un vínculo muy grande con el mar y está comprometida, hasta las últimas consecuencias, con el bienestar de su gente y su
entorno.
El jefe de la tribu, su padre, cumple con el rol masculino de proteger a su hija Moana y asegura que sus órdenes se cumplan y nadie las discuta. La madre, casi ausente, encarna el rol femenino de la consejera como encargada de disciplinar a las hijas para que desempeñen su papel tal cual, dando continuidad a los designios de los dioses.
Un personaje importante es la abuela Tala, quien es la guardiana de las historias del pasado. Aunque es la única que sabe qué hacer, algunos en la tribu la consideran una loca, porque dice y hace lo que sabe y lo que siente; además tiene una relación especial con el mar. Tal como sucede con un enfermo mental en nuestra sociedad, nadie la escucha o le cree. Para fortuna nuestra, como alguna de nuestras abuelas, ella es quien motiva a Moana para que tome sus propias decisiones y que siga sus sueños.
El semi-dios Maui representa al mismo tiempo una masculinidad y una humanidad hegemónicas. La idea de que el hombre “tiene el poder” y las respuestas para salvar al mundo que él mismo ha destruido. Aunque sus acciones den cuenta de lo violento, mentiroso, destructivo e irresponsable que puede ser; sus discursos muestran un sujeto galante, impetuoso y gracioso, cualidades que alimentan su propio ego. Elimina de su memoria aquellos elementos que lo hacen vulnerable, como su orfandad, resaltando atributos que están fuera de lo humano.
El jefe de la tribu, su padre, cumple con el rol masculino de proteger a su hija Moana y asegura que sus órdenes se cumplan y nadie las discuta. La madre, casi ausente, encarna el rol femenino de la consejera como encargada de disciplinar a las hijas para que desempeñen su papel tal cual, dando continuidad a los designios de los dioses.
Un personaje importante es la abuela Tala, quien es la guardiana de las historias del pasado. Aunque es la única que sabe qué hacer, algunos en la tribu la consideran una loca, porque dice y hace lo que sabe y lo que siente; además tiene una relación especial con el mar. Tal como sucede con un enfermo mental en nuestra sociedad, nadie la escucha o le cree. Para fortuna nuestra, como alguna de nuestras abuelas, ella es quien motiva a Moana para que tome sus propias decisiones y que siga sus sueños.
El semi-dios Maui representa al mismo tiempo una masculinidad y una humanidad hegemónicas. La idea de que el hombre “tiene el poder” y las respuestas para salvar al mundo que él mismo ha destruido. Aunque sus acciones den cuenta de lo violento, mentiroso, destructivo e irresponsable que puede ser; sus discursos muestran un sujeto galante, impetuoso y gracioso, cualidades que alimentan su propio ego. Elimina de su memoria aquellos elementos que lo hacen vulnerable, como su orfandad, resaltando atributos que están fuera de lo humano.
Aunque Maui, que representa a la humanidad, alteró el ecosistema, su pose de semi-dios lo exime de responsabilizarse
por los daños causados. Metáfora que simboliza nuestra actitud indiferente
frente al reclamo del deterioro irreversible que le hemos causado al planeta
tierra. Los tatuajes de Maui
narran su experiencia de vida, precisamente marcada en el cuerpo, que lo
ayudan a entrar en procesos de reflexión para posibilitar un actuar distinto.
Lo que nos gusta de esta historia es que ni Maui ni Moana terminan en
una relación de pareja; más bien, al hacer equipo construyen una amistad que
les permite a cada uno darse cuenta de quién es quién y hacer lo que necesitan
para cumplir su misión. Pero las
relaciones entre mujeres y hombres continúan dándose en la subordinación, como
sucede con Moana cuando conoce personalmente a Maui y manifiesta su admiración
por estar frente a un semi-dios, aunque pronto se da cuenta que no es el héroe
que cuentan. La relación entre ellos también nos muestran la violencia: ella tiene
que lidiar con las recurrentes agresiones de él, quien le recalca que es
miedosa e incapaz; así como cuando la arroja incansablemente al mar.
La posibilidad
La posibilidad
La cinta muestra cómo las mujeres somos capaces de transgredir los roles
tradicionales que nos imponen, aunque hay muchos otros elementos que hay que
observar de manera crítica, como el hecho de que sean un hombre y una mujer
quienes salvan a la tribu y no una lesbiana o un homosexual. O analizar
por qué creen que las mujeres tenemos la tarea de cambiar al mundo. No hay duda
de nuestras capacidades y saberes para la transformación, pero después de
siglos de dominación ¿no querrán evadir su responsabilidad en este desastre?
Algo positivo con lo que nos
quedamos es que esta película nos presenta lo importante que puede ser para las
mujeres el rescatar nuestra fuerza, voluntad, sabiduría e historia para salir
de las dificultades, aunque sabemos que en estos tiempos complejos no es lo
único que necesitamos. También propone el establecimiento de relaciones de
confianza con otras mujeres, así como con otros seres de la naturaleza que no
necesariamente son humanos. En ese sentido, creemos que es importante ir construyendo
nuevas formas de relacionarnos que no se reduzcan a la relación de pareja, que
además “debe” tener un final feliz.
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